Los inmortales
Hace unos años vi una película llamada “Los inmortales” (Highlander, 1986) que me dejó una fuerte impresión. Su argumento es que existe una casta de seres humanos inmortales. Esto les permite vivir a lo largo de los siglos, desarrollar distintas identidades y asistir a muchos acontecimientos históricos. Sin embargo, esta vida terrena inmortal no es un don. Los seres queridos no inmortales mueren. Ellos son estériles y no pueden tener hijos. Aún peor, entre ellos buscan matarse para aumentar su energía. Pero tiene que hacerse a través de duelos con espada, porque solo pierden la vida por decapitación. Y cuantos menos quedan, más encarnizado es el combate, hasta que solo uno permanezca con vida.
Inmortalidad (1830-36)
SALVATIERRA Y BARRIALES, VALERIANO Y OTROS
@Museo del Prado
En distintos momentos que me he acordado de la película me asaltaba una pregunta: ¿por qué este deseo de matar si uno ya es inmortal?, ¿tiene sentido el guion? La película no lo aborda explícitamente, pero la experiencia de la vida me ha ido ofreciendo una respuesta. Se trata de una metáfora de la rivalidad humana, que instintivamente rechaza que nos hagan sombra. Y la agresividad es mayor cuanto más alto es el premio a alcanzar; también es mayor el número de personas heridas. Es una imagen de la espiral de violencia que no cesa, y que persiste en los conflictos de nuestros días.
Las lecturas de este domingo (30/06/2024) me han recordado la película. Hay parecidos y diferencias. La primera lectura, extraída del Libro de la Sabiduría, presenta la muerte como una contradicción del plan de Dios, que es sobre todo una fuente de vida. El Evangelio de Marcos, por su parte, entrelaza dos narrativas que hablan de la curación y la vida a través de dos mujeres, una de más edad, que sufre fuertes hemorragias, y otra mucho más joven, que acaba muriendo, quizás por una enfermedad.
Resulta conmovedor el detalle a través del cual, en ambos casos, vendrá la sanación o la resurrección: el contacto físico entre Jesús y quien necesita ser sanado. El contraste con la película se hace entonces enorme. Si el duelo a espada expresa la imposibilidad de cercanía entre dos personas que luchan por sobrevivir, la presencia de Jesús nos recuerda la importancia del tacto, de sabernos tocar, porque efectivamente hay heridas que se curan o expresan su curación mediante el contacto físico.
En la película, el duelo se plantea como una lucha por apoderarse de la energía vital del contrincante. Este motivo también aparece en el Evangelio, pero de otra manera. El texto dice expresamente que, al ser tocado por la mujer, de Jesús se desprendió energía que la curó. Para entender mejor el significado de esta escena es preciso recordar que, de acuerdo a la Ley judía, el contacto con una persona con flujos de sangre o con un cadáver hacen impuro a quien la había tocado. Hoy nos resulta difícil entender estas normas y apreciar sus consecuencias, pero implicaban, a menos que se hiciera un rito de purificación, la separación de la persona impura de la comunidad.
En consecuencia, frente a las dinámicas de posesión, de competitividad, de deseo de aumentar nuestro poder o de reafirmarnos, de las que resulta muy difícil escaparnos, Jesús nos propone otra concepción de la vida que implica aceptar una “disminución”. Pero no es para ensalzar la debilidad o la irrelevancia, sino para mostrarnos dónde reside la verdadera fuerza.
Hay carreras que nos resulta muy difícil no correr, personas con las que nos puede costar relacionarnos. Pueden ser personas concretas, o también colectivos ante los que sentimos rechazo (por su ideología, raza, orientación, etc.). ¿Por qué nos cuesta tanto tratarnos como hermanos?, ¿por qué es tan difícil ser humilde?, ¿por qué hay tanto conflicto y rivalidad a pesar de toda nuestra ciencia y conocimiento?
Para reflexionar:
1. ¿Tienes experiencia algún tipo de rivalidad en tu vida que no has conseguido evitar?
2. ¿Te has fijado en los detalles de ternura y cercanía que nos transmite este texto?
3. ¿Te gustaría ser más humilde, relacionarte de una forma más humana con quienes te rodean?