Sordos que oyen
En las lecturas de este domingo, 8 de septiembre de 2024, podemos encontrar un motivo común: la presencia de Dios cura al hombre de sus enfermedades o dolencias. En este Evangelio, Jesús cura a un sordomudo. El Salmo 145 amplía la acción de Dios a cualquier limitación o enfermedad humana, y al campo de la moral: liberta a los cautivos, endereza a los que se doblan. Finalmente, el texto del Profeta Isaías la extiende al mundo físico: brotarán aguas en el desierto, torrentes en la estepa.
Estamos ante un motivo muy frecuente en la Escritura. La insistencia de la Biblia en la realidad concreta, palpable, de la acción de Dios contrasta fuertemente con la increencia o el agnosticismo tan acusado que nos rodea. Generaciones de personas que nos han precedido han testimoniado esta acción. Sin embargo, en las últimas décadas esta transmisión parece haberse roto, al menos en Occidente, consecuencia de una mentalidad que cree solo en lo tangible, en lo que produce efectos materiales.
Esta acción que podríamos llamar disruptiva o inversora de la realidad tiene varios significados. La aparición del Dios bíblico en la historia de la humanidad se sitúa en un contexto político concreto, la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto, de un imperio que va a durar más de mil años y que, por tanto, parecía invencible. Entendiendo que los cautivos, los pobres, los hambrientos… son todas referencias a Israel, estamos hablando de un texto que ha mostrado su verdad a lo largo de los muchos siglos de historia de este pueblo, incluida la última tragedia que padecieron en la II Guerra Mundial.
Pero muy pronto los profetas y otros escritores van a anunciar que la presencia salvadora de Dios se pueden observar en muchos más campos. En el libro Palabras que curan: el poder de la plegaria y la práctica de la medicina (Obelisco, 1997), el Dr. Larry Dossey (Texas, 1940) recoge testimonios, estadísticas y estudios realizados en todo el planeta que demuestran que la oración funciona. En otras palabras, que existe un mundo espiritual que, de alguna manera está, o puede estar, en contacto con el mundo físico. Modestamente, yo también tengo experiencia de ello, aunque no sea fácil encontrar la llave para conectarlos.
Hay un último sentido que todos hemos experimentado en mayor o menor grado, con independencia de nuestras creencias. La vida es a veces una experiencia difícil. Hay momentos maravillosos, pero también otros en los que las estructuras ideológicas o las relaciones humanas nos hacen infelices, estemos sanos o enfermos. Puede ser en nuestro trabajo, en la dificultad de encontrar lo que realmente nos llena, la soledad o el desamor; no es infrecuente sentirnos oprimidos, cabizbajos, cojos, ciegos o sordomudos. No podemos vivir en sociedad sin pagar un precio por ello.
Cuando esto nos sucede a veces lo vemos todo oscuro, parece que no hay salida. Y, sin embargo, abrir el oído a unas determinadas palabras, leer un texto sagrado, recibir un abrazo, sentarnos delante del sagrario…, ¡cuánto bien pueden hacernos! Al final, salir de nosotros mismos, aceptar determinadas circunstancias, poner la vista y nuestra atención en otras personas, es muy liberador.
La Casa del Sordo
Aureliano de Beruete, 1907
©Museo Nacional del Prado
Si buscamos lo inmediato, demostrable, rápido, no hay que olvidar que la paz o el sentido espiritual de la vida requieren tiempo y constancia. Pero también empeño y cuidado. El evangelista Marcos describe, en este sentido, la curación del sordomudo con un detalle insólito: hay un contacto físico íntimo entre Jesús y el sordomudo (la saliva, el interior del oído). Bien entendida, nuestra fe es profundamente lúcida, no engaña. No basta con ir a misa o decir alguna oración. Son un paso. Lo verdaderamente relevante es el contacto íntimo, personal y real que tengamos con Jesucristo.
Para reflexionar:
1. ¿Tienes alguna experiencia de la presencia real, misteriosa o curadora de Dios en tu vida?
2. ¿Has sentido en algún momento que todo era oscuro, que parecía que no había salida?, ¿cómo lo has superado?
3. ¿Cómo es tu relación con Jesucristo?, ¿sientes que necesita crecer en cercanía con Él?